Había una vez una niña a la que le encantaba pintar. Un día, se dio cuenta de que se le habían gastado las pinturas y los folios. Los pinceles, que eran mágicos, se pusieron tristes porque no podían pintar.
Al día siguiente fue su cumpleaños y le regalaron muchas pinturas y folios. Pero el lunes tuvo que ir al colegio y dejar el material en la casa. Los pinceles estaban tan contentos que le hicieron muchos dibujos de animales, de joyas, coronas…
Y cuando volvió la niña a casa, el dibujo que más le gustó era el de...
¡Su cumpleaños!
Se dio cuenta que los pinceles tenían vida y los cuidó como mascotas. Les daba de comer pintura y agua para beber. Y cuando era fin de semana, les daba chocolate.
FIN
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